Espectáculos
Una historia de amor y delirio
Derrapados. Texto y dirección: Silvia Copello. Intérpretes: Marta Igarza y Santiago Ojea. Música original: Rony Keselman. Diseño de luces: Oscar Canterucci. Realización de muñecos: Silvia Copello. Teatro del Pasillo, Columbres 35. Viernes, a las 21. Entrada: $ 20. Informes, 4981-5167. Duración: 50 minutos.
Nuestra opinión: buena
Gaby y Tomás son un matrimonio de pocas palabras, gestos reiterados y rígidas rutinas. El llega del trabajo y la encuentra a ella rodeada de los muñecos que ha fabricado durante todo el día. Nada hace pensar que algo fuera de lo común subyace a esos reencuentros a la hora de la cena, salvo cuando las reiteraciones son calcadas o, peor, cuando pequeñísimas variaciones que dan cuenta de algún hilo suelto.
ConfinamientoHilos sueltos son los de ella, los de ese mundo repleto de pequeños y grandes títeres que Gaby fabrica para alguien que no recoge los pedidos, para alguien que nunca llega. El confinamiento al que se somete a sí misma va rodeando a su marido al punto tal que cualquier intromisión externa (una llamada, una invitación) se frena, se rechaza para que no modifique ese universo. Uno que creó la directora y dramaturga Silvia Copello con pulcritud, con cuidados que relucen no sólo en un texto que va creciendo lentamente, sino en la puesta en escena con la creación de un espacio escénico visualmente muy atractivo (la imagen del comienzo, con Gaby cosiendo mientras el público encuentra su lugar es de una belleza pictórica), y la dirección de actores: mínima, repleta de detalles pequeños que van delatando lo que sucede muy de a poco, agregando suspenso y tensión a la historia (la música de Rony Keselman, en este punto, juega un rol central).
Recovecos de locuraCopello contó con un par de intérpretes (Marta Igarza y Santiago Ojea) que supieron darle buena vida a sus criaturas y aunque los dos llevan adelante sus trabajos muy bien, hay que destacar el de Igarza que encontró en su Gaby pequeños recovecos de locura que fueron aflorando muy de a poco. Igarza logra efectivos y oportunos cambios de climas (los toques de humor son sumamente gratos) lo que dirige la tensión y la atención del espectador exactamente donde la obra necesita. Llega un momento en que ambos actores se confunden con esos muñecos que los rodean mansamente en un comienzo y que luego parecieran ahogarlos, al menos a uno de ellos.
Derrapados da cuenta de una historia de amor y delirio que, de golpe, va cuesta abajo sin freno posible, que dio algunos tímidos avisos pero que fueron vislumbrados demasiado tarde. El equipo que formó Copello lleva adelante una historia pequeña realizada con mucho respeto y cuidado, y eso se disfruta y agradece.
Verónica Pagés
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