sábado, 22 de marzo de 2014

"El Principio de Arquímedes". Crítica de Clarín espectáculos.


TEATRO

Rumores bajo el agua

La obra del catalán Josep María Miró atrapa desde su puesta atrevida y sus diálogos.

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21.03.2014
Desde la densidad de la trama, la estigmatización social ante la sospecha de pedofilia en un natatorio, pasando por el diseño escenográfico (una pasarela que dispone de modo bifrontal la platea), El principio de Arquímedeses una obra “espejo”. El texto del catalán Josep María Miró funciona como un lente que refleja el comportamiento individual y colectivo ante el rumor de un abuso sexual. También las reacciones de una sociedad que requiere únicamente la “seguridad” como condición de vida.
Sin embargo, lo que deja al espectador en un lugar protagónico es que no hay estigmatizaciones por parte del autor. Sí, decisiones concretas de los personajes. Finalmente, es cada espectador quien debe decidir su posición en esa neblina de rumores. Y esa compleja construcción dramatúrgica, por parte de un autor que ronda los 36 años, es lo más lúcido de esta versión dirigida por Corina Fiorillo y protagonizada por Beatriz Spelzini, Juan Minujín, Martín Slipak y Nelson Rueda.
A diferencia de la película La cacería, de Thomas Vinterberg, donde sólo el espectador conoce lo que sucedió con el maestro acusado de pedofilia; o de la obra Hamelin, del madrileño Juan Mayorga, en la que un juez investiga casos de pederastas, en El principio... los personajes no juzgan un hecho, sino “lo que tal vez haya sucedido”.
Rubén (Minujín), profesor de los más pequeños del natatorio, fue visto por una nena dándole un beso en la boca a un niño durante una clase. Ella le cuenta a la madre que divulga en Facebook lo sucedido. Y esto desata la maraña de suposiciones entre Ana (Spelzini), la dueña del natatorio, Héctor (Slipak), otro instructor y David (Rueda), un padre que irrumpe en el vestuario donde transcurre toda la obra. Lo más concreto es que se destruye la vida privada del instructor.
En una puesta que, a nivel espacial, al menos, reproduce la dirigida por el propio Miró en la sala La Villarroel de Barcelona, la mayor virtud de este espectáculo está en la dinámica del texto y los trabajos de Beatriz Spelzini y Juan Minujín. No es una obra lineal, hay saltos temporales y diálogos que sugieren una cosa, pero cuyo significado cambia al brindar el contexto de lo sucedido.
“Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta una fuerza ascendente igual al peso del volu men del líquido que desaloja ”, dice Arquímedes. Lo cierto es que ningún personaje de la obra toca fondo, a cada momento parece abrirse un poco más el suelo que pisan.

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