jueves, 9 de noviembre de 2006


Cajas llenas de ingenio y humor

LA NACION.com

"Mis cajas". Espectáculo para niños, de Silvia Copello. Música: Rony Keselman. Producción musical: Alejandro Spinelli. Diseño de títeres: Claudia Facciolo. Diseño de luces y operación técnica: Oscar Canterucci. Vestuario y utilería: Silvia Copello. Realización de títeres: Hernán Nocquet. Diseño gráfico: Federico Peterson. Voz en off: Jorge Capussotti. El de la caja equivocada: Oscar Canterucci. Intérpretes: Daniel Ceriotti, Belén José y Alan Stivelman. Dirección: Silvia Copello. En el Teatro del Pasillo, Colombres 35. Sábados a las 16. Entrada: 7 pesos.

Nuestra opinión: excelente

Desde el primer momento, la acción en el escenario provoca una sonrisa que se va a mantener hasta el final, matizada abundantemente por la risa y la carcajada. Inocente, juguetona, absurda, la pieza desarrolla alternadamente sus dosis de juego, picardía y ternura, que surgen de la acción de los tres personajes que se hacen cada vez más queribles. Son como clowns, reaccionan como niños a cada contratiempo, a cada sorpresa, a cada movimiento del otro. Los otros personajes están constituidos por una enorme cantidad de cajas, de distintos tamaños, colores, materiales y comportamientos que crean suspenso y nunca dejan de sorprender. La obra abunda en diversas provocaciones para la fantasía, y con el juego también aparece la magia de una semilla que germina, una noche estrellada o una galaxia, todos surgidos de las cajas. El principal recurso para comunicar esta historia, para tener a la platea de 50 minutos a una hora en tensión, es la gestualidad, la acción de los intérpretes que revelan un excelente trabajo. Simpáticos, sencillos y muy expresivos, comunican una completa gama de emociones, a las que la platea responde con fruición. Es muy refrescante escuchar a los niños reírse, y regodearse con la risa en algunas secuencias. En ningún momento dejan de estar concentrados en lo que les pasa a estas personas y sus cajas. Descubrimientos Se trata de algo muy simple, casi absurdo de puro ingenuo, y sin embargo cada escena abre miradas hacia propuestas de descubrimiento, de acción solidaria, de respeto por lo distinto, de perseverancia, de muchas cosas que se hacen presentes sin necesidad de ser enunciadas. La dinámica de la obra es impecable, no hay baches en el ritmo, el juego se mantiene, generado por el movimiento, el gesto y la música. Se evidencia un trabajo minucioso de sincronización de los movimientos con el sonido, la música es permanente, sube, baja, crea tensión, se pone alegre, apura y se demora como una pauta para este juego de los tres actores que parece una danza. Es interesante ver cómo se ha evitado la tentación de alargar o reiterar recursos muy eficaces. En cambio, de cada caja surge la punta de un mundo, y queda así maravillando e insinuando, y el espectador a su vez se queda con ganas de más. Y eso le da un equilibrio perfecto, un respeto completo a la fantasía y la emoción del espectador, que es tratado como ser inteligente. Muchos de los mundos fantásticos que salen de esas cajas para jugar con la fantasía de espectador son capaces de absorber la historia. Pero se ha mantenido la proporción. El final es muy simpático y despierta cierta ternura, porque en el transcurso de la acción, las cajas se han convertido en personajes y ganado su derecho a saludar.

Por Ruth Mehl

Link corto: http://www.lanacion.com.ar/791641

No hay comentarios: