jueves, 9 de noviembre de 2006

Mística porteña, en marionetas

LA NACION:

"Bar Tango" . De Beatriz Pustilnik, Rony Keselman y Miguel Rur. Dirección general: M. Rur. Elenco: Sandra Antman, Mario Marino y M. Rur. Música: Marcelo Moguilevsky. Diseño y realización de títeres: Roberto Docampo. Realización de utilería: May Zanone y Sebastián González. Luces: Oscar Canterucci. Producción: Compañía Buenos Aires Títeres. En el Teatro del Pasillo, Colombres 35. Sábados, a las 21. Duración: 45 minutos.
Nuestra opinión: muy bueno

Un teatro de barrio es el ámbito ideal para esta pequeña joya que intenta homenajear la magia de la bohemia tanguera y porteña a través de estampas provistas de poesía y ternura. La vieja, el tango, los amurados, los sátrapas de empedrado y el club de barrio son parte de esta sucesión de cuadros generadores de sonrisas. Sandra Antman, Mario Marino y Miguel Rur no sólo participan como actores, sino también manipulando títeres y marionetas de distinto tipo y textura. De este modo, la interpretación se vuelve doble, ya que todos los personajes tienen mucha expresividad. Todo transcurre en un teatrito de barrio, donde un presentador "de los de antes" hace alarde de oficio frente al micrófono para presentar no sólo a los artistas, sino también a una sucesión de postales de la mística porteña que ofrecen humor y momentos emotivos. Allí están presentes la vedette de varieté o la chica solterona, que sostiene un diálogo, que no se sabe si es mágico o imaginario, con su televisor. Poco interesa. Lo que sí importa es la personalidad de esta percanta. O aquel del tránsfuga vividor que añora a su madre muerta y ella desde algún lugar lo escucha tomándose la cabeza por todo lo que le hizo pasar. Pero los cuadros más logrados son los del hombrecito del bandoneón y los cuadros de familia. El primero es un claro y sencillo homenaje a Aníbal Troilo, que, como en esa célebre caricatura de Hermenegildo Sabat, en la que mostraba sus "alitas", llega volando para hacer un solo de bandoneón, interpretar un tango y emocionar. Es una escena tan chiquita como bella, en la que el querido gordito se va volando, así como vino. En otro segmento, Antman y Marino ponen sus caras en sendos retratos para recrear una historia porteña machista en tiempo de milonga. Es el momento en el que mejor queda plasmado el talento interpretativo de estos actores-titiriteros. Los simples pero efectivos y emotivos textos de Miguel Rur, Rony Keselman y Beatriz Pustilnik se suman a la excelente manipulación de estos expertos titiriteros. La confección de los muñecos tiene mucho mérito en la belleza de este espectáculo. Los personajes son simpáticos y bien realizados hasta el detalle. Una pequeña joyita ideal para sensibles.

Pablo Gorlero
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/804947

No hay comentarios: